Capilla de San Bernardo

En el centro histórico de Oropesa, la Capilla de San Bernardo destaca como un símbolo del poder y la fe de la nobleza española en el siglo XVI. El origen del sitio se remonta a 1578, cuando Francisco de Toledo, virrey del Perú y hijo de esta villa, creó el Colegio de San Bernardo. Quería dejar un regalo duradero: un lugar para que los jesuitas enseñaran gramática, artes y teología, usando las fortunas que ganó en América.

Capilla de San Bernardo

Su sobrino, Juan Álvarez de Toledo, el cuarto conde de Oropesa, amplió el sueño en 1605. Mandó construir la capilla al lado del colegio, como un sepulcro para la familia. El arquitecto elegido fue Francisco de Mora, alumno de Juan de Herrera, el famoso creador del Escorial. El resultado es un edificio sencillo pero poderoso, con formas limpias y una cúpula que deja entrar la luz de forma especial. Este estilo, llamado herreriano, mezcla orden y fuerza, y abre el camino al barroco.

Durante más de 150 años, el lugar fue un centro vivo de estudio y oración bajo los jesuitas. Todo cambió en 1767, cuando el rey Carlos III los expulsó. El complejo cayó en el olvido por siglos, con destinos opuestos: la capilla ha sido restaurada en años recientes y ahora acoge conciertos, exposiciones y visitas como espacio cultural vivo, mientras que el colegio vecino languidece en ruinas, marcado por el derrumbe de su fachada en abril de 2024.

Protegido como tesoro cultural desde 1991, este conjunto evoca el lazo entre Oropesa y el vasto imperio español, un legado que invita a explorar su grandeza perdurable.